La Isla, 1966. Aquel año aún nadie imaginaba que
tras golpear unas teclitas, nuestras palabras, nuestras imágenes y nuestras obras, aparecerían dentro de cualquier pantallita y hasta en los lugares más ocultos del mundo.
Bienvenidos a mi página, mi sitio en el orbe cibernético. Décadas de esculturas,
pinturas y restauraciones que empezaron cuando ni Tombuctú, ni el Caribe, ni la Patagonia o el Japón quedaban a tiro de tecla.